Porque a veces sólo necesitas...
Porque a veces sólo necesitas...
Hay días donde levantarse por la mañana se vuelven un placer, sobre todo cuando sabes qué deparará el día una vez que acabe y estés nuevamente en casa.
Hace ya un buen tiempo
que no tenía la sensación de estar en mi hogar sin la necesidad de estar
encerrada entre mis propias cuatro paredes, ya que a todo lugar que iba siempre
se sentía un poco de presión. Todo el tiempo de por medio debía fingir una que
otra cosa o volverme algo más para otra persona, pero en estas últimas semanas
no ha sido de esa manera, y puede que por primera vez en mucho tiempo esté
comprendiendo lo que es realmente crecer y dejar atrás lo que una adolescente
piensa que es la vida.
He encontrado la
comodidad en dos personas, una que viene acompañándome desde el principio de mi existencia como un individuo, y otro que no llegó hace mucho pero se la ha arreglado para
completar lo que me estaba faltando. No daré muchos detalles de ninguno porque
los reservo para mí, con ellos soy egoísta porque odiaría que me los
arrebataran, pero siempre ha valido la pena escribir sobre lo que son para mí e
inmortalizarlos entre letras.
Tengo un segundo hogar,
y en ese hogar tengo dos hermanos, otro padre, otra madre, y también alguien
que es una mezcla entre mi hermana, mi mejor amiga, mi cómplice y mi alma
gemela. Si ella no existiese, es probable que olvidara incluso como respirar y
mantenerme de pie. No sabría a quién hablarle cuando las palabras se acumulan
en mi garganta y se transforman en ansiedad cuando no salen, realmente no
tendría a quien me acompañara en este mundo cuando el cielo se cae sobre
nuestras cabezas. La realidad sería distinta y mi perspectiva aún más, porque a veces sólo necesitas a ese
alguien que se siente junto a ti y no diga absolutamente nada, pero que
mientras toma tu mano sepas que está ahí sin esperar nada de ti, y no sienta
miedo de que no digas algo, ni una pequeña frase, porque entiende la razón y no
debes explicársela como a todos los que conoces. A ella no sólo la conoces,
vives a través de lo que es y ella vive a través de lo que eres tú, y así es
como crearon un gran Universo donde sólo pueden entrar las invenciones de lo
que sería un mundo mejor, donde dos personas reinan y las estrellas se funden
con las montañas.
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En otro lugar pero en
el mismo espacio-tiempo, vivían dos personas que posiblemente no se
encontrarían jamás el uno con el otro, pero todos sabemos que el mundo es más
pequeño de lo que aparenta, y el destino es mucho más sabio de lo que dice ser.
Entre trenes y andenes
ocurrió, entre un par de encuentros casuales y unas cuantas miradas curiosas.
Tal vez se tardaron meses, pero el tiempo valió la pena una vez que los caminos
se acortaron y las primeras palabras fueron dichas. Ambos se parecían pero no
lo sabían, pero hablo de un parecido que llega a asustar, casi como un robo de
identidad, incluso llevaban las mismas pulseras en sus muñecas, ¿Y ustedes
sabían que no cualquiera lleva esas pulseras en su muñeca? (No, no lo sabían)
No hay tiempo para
contar toda la historia, pero seré breve. Si hubiese la posibilidad de ser
cortados a la mitad y que cada una de esas mitades pudiese vivir su propia
vida, seguramente ella diría que él es la mitad que se escapó, porque incluso
después de tantos años sin siquiera cruzar frente al otro, estas dos personas
pensaban lo mismo, utilizaban las mismas frases y disfrutaban de las mismas
películas, y tal vez en algún punto ambos disfrutaban de escribir lo que
sentían para desahogarse un poco más. Ambos eran intensos pero uno de ellos no
lo sabía tanto como el otro, pero ambos se dijeron más de lo que esperaban con
tan sólo indagar en sus ojos y sin decir ni una palabra, porque en el fondo tocaban
su alma, la que siempre fue una misma.
Él decía que ella era
la estrella más brillante del cielo, pero para ella las estrellas estaban en el
interior de él. Y entonces desde aquel momento, desde que todo partió, supieron
que no podrían estar lejos del otro aunque así lo quisieran, porque a veces sólo necesitas a quien no
pueda irse aunque lo intente, como no pudieron evitar que la lluvia los
empapara aquel día de Mayo.
La magia de Septiembre lo hizo de nuevo.
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