Presión social

 "In the end it's better for me, that's the moral of the story"

¿Qué tal lectores? Ha pasado un largo tiempo ¿verdad? No lamento mi ausencia porque los espacios le hacen bien a todos, pero todo espacio necesita un fin y aquí es donde lo doy.

Ha sido ya un poco más de un mes, semanas donde a pesar de estar tan desconectada de este lugar, seguía teniendo ideas para poder escribir un poco, a veces me obligo a pasar por esta clase de situaciones sólo para averiguar si realmente debo dedicarme a esto, y la verdad es que siempre es la misma respuesta y eso me hace feliz, tal como el color amarillo (Lamento si a algunos les molesta visualmente, no durará mucho, lo prometo)

Por esta vez agradezco decir que el tema de hoy no tiene relación conmigo, al menos no en un 100%, y es que extrañamente me tocó evidenciar, escuchar y conversar sobre esto con varias personas, y haberlo hecho sólo me rectificó lo frágil que puede ser la mente humana.

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La presión social puede llevar a una persona a caer en lo más bajo, puede ocasionar daños irreversibles de los cuales nadie se hará responsable después, y a mí parecer y lo peor de todo, cuando se ocupa el gran argumento de “la decisión fue de él/a/e”. Pienso que a esta clase de circunstancias nadie le toma el peso como se debería, nadie se culpa lo suficiente por llevar al límite a alguien que a veces sólo esperaba pasar un buen rato, incluso cuando todos buscamos lo mismo al fin y al cabo, encajar.

Quise traer esto a discusión porque es un tema que puede tener muchos puntos de vista y factores que influyan, sobre todo porque mientras algunos sólo han estado en una posición, otros han estado en cada una de ellas. Antes de partir con la anécdota principal, quiero aclarar que esto sólo será tratado desde mi perspectiva, por lo tanto deben tener presente que jamás defenderé y me pondré en el lugar de los que implícitamente llevan a cabo la presión, de hecho, ni por fuerzas mayores lo haría, ellos son los que siempre ganan y ahora les toca ser expuestos.

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Hace un par de semanas, un día sábado para ser más exacta, me encontraba en mi trabajo conversando con dos de mis compañeros en el andén, no recuerdo cómo ni porqué pero nuestra plática iba dirigida a los excesos como es costumbre, ya que trabajando en transporte público es seguro que más de alguna vez te tocará lidiar con personas en diferentes estados. La conversación iba bien hasta que ambos recordaron un caso que sucedió justo el día anterior y en nuestra estación.

Como a eso de las 5-6 de la tarde, un chico bastante joven descendió del tren, iba un tanto descompuesto y le costaba caminar, y sin premeditación en tan sólo un par de segundos se aproximó rápidamente al basurero más cercano y vomitó en él, el problema es que una vez que empezó, nunca paró. Para su mala suerte, no sólo devolvió todo cuando bajó del tren, si no que mientras estaba dentro también lo hizo, y la mujer que se encarga de la limpieza tuvo que devolverse en el carro para asegurarse de limpiarlo bien, sin embargo, al regresar a la estación se dio cuenta de que el chico ahora estaba tirado en una de las esquinas del lugar, sin lograr ponerse de pie, llorando y aun vomitando lo poco y nada que le quedaba en el estómago. Como ya muchos se deben estar imaginando, nuestro protagonista posiblemente se encontraba en estado de ebriedad, el problema es que a pesar de todo lo sucedido, no parecía estarlo, ya que podía hablar bastante bien y no despedía ningún aroma alcohólico, pero supongo que eso sólo fue suerte porque evidentemente lo estaba, además de destrozado, solo y humillado.

¿Contexto? Para la buena suerte que ustedes si tendrán, cuando nuestro enfermo amigo se compuso un poco y estaba a la espera de su madre, decidió contar la historia de cómo llegó a ese estado tan deplorable. Al parecer este era el año donde ingresó a la Universidad por primera vez, por lo tanto tampoco había cumplido la mayoría de edad hace mucho. De forma inevitable en algún punto debía salir con sus nuevos compañeros, personas que apenas conoce, en las que aún no sabe si puedes confiar, pero él no sabía eso…

La situación es sencilla, él jamás había tomado a lo largo de toda su vida, fuera de las simples probadas y decir que esto es bueno y esto no, y al ver que todos a su alrededor hacían lo mismo, al escuchar que todos decían “no pasa nada”,  decidió hacerlo, sabiendo que estaba muy lejos de casa, confiando en que si algo sucedía ellos le ayudarían ¿pero adivinen qué? Eso no pasó, y eso nos devuelve al principio de este relato.

Después de leer esto estoy muy segura que muchos de ustedes pensarán que este chico es el culpable ¿no? Él hizo lo que hizo por gusto, tomó sus decisiones y obtuvo lo que buscó, pero si piensas así creo que tienes un problema… Y es que las personas no cometen un error por confiar, tampoco lo hacen si es que desean sentirse parte de largo, los que se equivocan son los que desde un principio saben lo que no serán capaces de hacer y aun así no lo advierten, cuando saben que en realidad algo malo sí podría suceder pero insisten por otros motivos, porque a ellos no les pesa, incluso porque les hace gracia lo que vendrá después.

La estúpida presión social puede ser el inicio del fin de muchas personas ¿lo sabían? A veces la primera probada se da en esas ocasiones, y puede que le hayas arruinado por siempre la vida a alguien que en un futuro no te importará una mierda.

Hablar de estos temas a veces se torna insoportable, y es que de verdad pareciera que la mayoría de la gente con la que hablo de estas cosas sólo tiene aire en la cabeza, porque jamás han estado al lado de un ser humano que arruinó por completo su existencia, su salud, su reputación e incluso A SU PROPIA FAMILIA por esto.

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Si llegaste hasta aquí realmente lo agradezco, pienso que es algo que debería preocupar y concernir a todos. Espero te haya hecho pensar.